Renuncio por la primavera

La bella flor que espera
sombría tierra bajo la luna
canto de flor dispersa
llega del valle hasta mi cuna.
Si a ti firme flor pudiera
ver tu gélida hermosura
entre tus pétalos de niebla
no tendría más vida que la locura
de tu canto herido, de tierra,
de roca, de plomo, de luna.
Flor de vida alegre y bella,
soy sastre de la bruma,
y juego llamas de la sierra.
Entre tu polen, solo espuma.
No seré el aire que esparza tu aroma,
ni la tierra que engendre tus raíces,
no seré  la brisa que te roza,
ni la luz de tus colores.
No soportaré mi prosa
ni escucharé los enjambres
de versos y voz dolosa.
Flor cosida entre los montes,
no seré agua vidriosa,
ni los pájaros felices.
No seré yo sino candela
de llamas y ceniza de bruma,
no te veré flor donde nada queda,
yo fuego, tu tierra de luna.
Nada bueno hay en el viento que llevo
ante la luz libre bajo la grana
sino el triste y firme lamento
del que tiene lo que es, nada.
Te sacrifico flor, en nombre de la primavera,
en su nombre, he de perder la luna
o la vida, en su nombre, flor, vuela.
Yo quedaré en la tierra, donde mi cuna
sentiré tu aliento de gran estrella
mecer las arenas de mi duna.
Te sacrifico en nombre de la primavera,
en su nombre de mil flores, solo una,
sabe quién soy yo, el poeta;
en nombre de la primavera y de la luna,
flor vuela, siempre y lejos, vuela.

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